Es indudable que nadie puede hacer nuestro proceso personal por nosotros. Nuestra capacidad de introspección, reflexión, escucha interna, atención y búsqueda de conocimiento nos pueden llevar profundo. Sin embargo con un terapeuta podemos ir a sitios y de maneras que no podríamos por nosotros mismos. Algo único ocurre cuando 2 universos se encuentran.
7 Aportes de una Relación Terapéutica
1. Presencia
Estar ante alguien que está realmente presente es una experiencia potente y transformadora. El terapeuta pone su historia a un lado para poner su atención al servicio del proceso del cliente. Entra en un estado de quietud y receptividad. Extiende una invitación al cliente quien por resonancia se aquieta y sale del estado de activación diaria. Su presencia es un catalizador. Abre el espacio para que emerjan a la superficie conflictos, tensiones, temas…que normalmente permanecen acallados.
2. Contención
Explorar nuestras profundidades puede asustarnos. ¿Y si me desbordo? ¿Y si luego me siento peor? ¿Y si no me gusta lo que encuentro?...La presencia del terapeuta es un contenedor que marca unos límites claros y saludables. Crea un entorno seguro donde explorar. El terapeuta se ocupa de contener el proceso.
El cliente entonces puede permitirse dejarse ir, relajar sus defensas y resistencias y explorar sus profundidades.
3. Apoyo
La presencia empática y compasiva del terapeuta tiene un efecto restaurador. Podemos descansar y nutrirnos en esa presencia que nos sostiene y que está disponible. A veces como testigo, a veces con el tacto, a veces con la palabra. Esto nos ayuda a conectar con nuestro propio soporte interno, allanando el camino hacia nuestros propios recursos.
4. Desafío
Un buen terapeuta acompaña empáticamente y también ofrece un nuevo enfoque no condicionado. Oportunamente, sus intervenciones presentarán un desafío al cliente, quien podrá confrontar sus creencias y conductas desde otro ángulo. Esto, aunque incómodo, genera movimiento y crecimiento y nos saca de nuestros bucles habituales.
5. Reflejo
Muchos tenemos la necesidad básica de ser vistos y reconocidos. Con un terapeuta podemos colmar esta necesidad. Una vez lo sentimos en la profundidad de nuestro ser, podemos integrar la experiencia y acceder a un sentido de valía desde nuestro interior.
6. Claridad
En la interacción con un terapeuta podemos observar nuestros patrones, mecanismos de defensa, neurosis, conflictos, etc a medida que se presentan. Tomamos conciencia de lo que antes operaba en la “sombra” convirtiéndose así en material de exploración y trabajo.
7. Relación
Nuestras heridas surgieron en el contexto de una relación.
A menudo el entorno, de una manera u otra no supo o no pudo sintonizar adecuadamente con nuestras necesidades. Por tanto es natural que la sanación se dé también en el contexto de una relación. En una relación terapéutica podemos encontrar una respuesta nueva y empática a una antigua herida o conflicto. Re-escribiendo así nuestras creencias y sanando nuestro fundamento.
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willeke.farrington@gmail.com (jueves, 24 diciembre 2015 19:21)
Dear Verónica, you certainly know how to put the process into words.
With love,
Willeke
Verónica (viernes, 25 diciembre 2015 17:20)
Thank you Willeke! I appreciate that you like it.
Much love,
Verónica